El amor de las flores

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En un jardín muy grande estaban sembradas muchas flores de distintos colores y tamaños, pero estas flores tenían algo en particular, entonaban hermosas melodías.

Un día nació una flor, era amarilla, de un perfume exquisito, pero ella no podía cantar. En cierta ocasión llegó a comprar flores un joven muy apuesto y quedó impresionado al ver a esta flor, y le preguntó.

—¿Sabes cantar?

—Ella con mucha tristeza le

respondió, no.

Entonces el joven dijo:

—Señor deme todas aquellas flores que sepan cantar, arrégleme el mejor de los ramos, necesito este ramo, y que sea lo más pronto posible, es para el cumpleaños de mi madre.

El señor fue y recogió muchas de las flores que sabían cantar, arregló un precioso ramo. La pequeña flor amarilla al ver esto se puso muy triste, cuando en eso entró un cliente y preguntó.

—¿Me podría arreglar un precioso ramo de flores?

—El vendedor respondió por

supuesto mi señor, pero le comento que aquí nuestras flores saben entonar las más hermosas melodías. El hombre impresionado dijo que quería escucharlas.

Fueron al jardín, el señor se quedó perplejo por la belleza de aquella florcita amarilla y le preguntó:

—¿Sabes cantar?

—La florecilla muy apenada le respondió que no y le dijo: pero puede llevarse a mis amigas, ellas cantan muy bonito. Entonces el señor dijo:

—Por favor arrégleme el más precioso ramo de flores, pero deseo que esta pequeña flor sea la

principal.

El dueño así lo hizo, cuando el señor volvió a Francia y le entregó el ramo a su abuela, las flores empezaron a cantar y la señora exclamó:

—¡Por favor silencio! el ruido no me agrada, pero al ver a la pequeña floréenla no cantar dijo: voz me fascinas por no ser ruidosa.

Separó a la pequeña del ramo, y la puso en un florero muy especial, a las demás las arregló en otro florero. Las flores que sabían cantar se marchitaron, pero la pequeña flor amarilla permaneció siempre muy fresca y lozana, gracias a que el señor fue el único que mostró interés en ella y además por los cuidados que le daba la abuelita.

Autora:  María Celeste Torres